un recorrido por el arte mudéjar aragonés
webmaster: José Antonio Tolosa (Zaragoza -España-)

MONASTERIO DE SAN ANTONIO EL REAL (SEGOVIA)


Dentro del catálogo monumental de la ciudad de Segovia que se suele ofrecer al visitante se incluye el Acueducto romano, el Alcázar, la Catedral y un interesante grupo de iglesias románicas, algunas de ellas con elementos mudéjares, sobre todo en sus torres. Lo que ya es más difícil de encontrar en esta información, y si acaso se hace será en los últimos lugares y casi como un complemento a aquéllos y no como lugar destacado a visitar, es una referencia al Monasterio de San Antonio el Real, pese a contar con un conjunto de techumbres mudéjares del siglo XV solamente comparables en Castilla con las del también Monasterio de Santa Clara de Tordesillas.

Aunque parece ser que esta tendencia se va corrigiendo poco a poco, este gran olvidado se sitúa junto al inicio del Acueducto, lo que le confiere un interés añadido, ya que para llegar hasta él desde la Plaza del Azoguejo tenemos un agradable y corto paseo viendo como el Acueducto va menguando en altura conforme crece la pendiente hasta su inicio justo enfrente del Monasterio.

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Actualmente el edificio principal lo sigue ocupando la comunidad de religiosas clarisas, mientras que el añadido conocido como La Vicaría fue restaurado y transformado con total respecto al edificio original en un hotel de cuatro estrellas que lleva el mismo nombre que el Monasterio. Dos voluntarias ofrecen en horarios de mañana y tarde visitas guiadas a las dependencias visitables donde a la vista de las espléndidas, elaboradas y perfectamente conservadas armaduras de madera se unen sus apasionados y detallados comentarios sobre su estructura y devenir histórico del cenobio. Desde aquí quiero dar las gracias a una de ellas, María José, por la manera en como me facilitó la visita y el poder documentar techumbres y elementos destacados del edificio, agradecimiento que también extiendo a Tatiana del Hotel San Antonio el Real por permitirme acceder a las estancias del mismo que conservan techumbres o restos de las mismas en la zona de La Vicaria.

El Monasterio tiene su origen en la donación que el rey Enrique IV hace en 1455, un año después de su coronación, de la Quinta de “El Campillo", una finca de campo que había mandado construir su padre Juan II fuera del recinto amurallado de la ciudad, a la Orden de los franciscanos observantes para que funden una casa bajo la advocación de San Antonio de Padua. A pesar de que la finca contaba ya con un palacio como edificio principal, parece ser que el edificio monacal fue construido de nueva planta utilizando aquél como primer alojamiento mientras se perfilaban las nuevas dependencias, pasando posteriormente a usos auxiliares.

No duró muchos años la estancia en el nuevo Monasterio de los franciscanos, ya que el 20 de marzo de 1486, bajo el reinado de Isabel I de Castilla “la Católica”, una bula del Papa Inocencio VIII suprimía la Orden de los hermanos menores franciscanos. En 1488 el cenobio es ocupado por una comunidad de monjas clarisas del Convento de Damas Pobres de Santa Clara la Nueva, a las que más tarde se unirían las de Santa Clara la Vieja. Junto a las clarisas quedó un grupo de frailes franciscanos para la atención espiritual de las monjas y el estudio que construyeron un monasterio anexo pero independiente conocido como "La Vicaría", actual ubicación del establecimiento hotelero, que ocuparían hasta finales del siglo XVII o inicios del XVIII.

Si por algo destaca el conjunto monástico es por el estado de conservación de sus elementos, ya que a lo largo de los siglos no ha sufrido ninguna agresión externa significativa ni reformas o ampliaciones que pudieran modificar o enmascarar su fisonomía primitiva. La zona visitable fuera de la clausura incluye la iglesia y la sacristía, a través de la que se accede al claustro y a sus principales dependencias: la sala capitular, el refectorio y la llamada “sala de frailes”, todos estos espacios cubiertos con elaboradas techumbres de madera. En el hotel también son visitables el claustro y varias dependencias que todavía conservan restos de su fábrica primitiva.

 

 
 
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