un recorrido por el arte mudéjar aragonés
webmaster: José Antonio Tolosa (Zaragoza -España-)

IGLESIA DE SAN ESTEBAN (CUÉLLAR)


La iglesia de San Esteban se ubica en la parte alta de la villa de Cuéllar, cerca del arco de San Martín, una de las puertas del primer recinto amurallado de la villa. Documentalmente se conoce de su existencia en 1247, figurando en los documentos recaudatorios del Cardenal Gil de Torres como el templo más importante de la localidad. Prueba de esta importancia es que fuese el lugar de reunión del Concejo durante la Edad Media, alternándose con el portal de San Francisco hasta 1520 que se construye un edificio nuevo para el ayuntamiento. En esta iglesia guardaban los caballeros hijosdalgo de la villa su archivo.

El templo es una construcción de mampostería de piedra blanquecina de Campaspero en la nave y cuerpo de la torre, y de ladrillo en el ábside, portada y vanos del campanario. Tiene planta basilical de tres naves, más ancha la central que las laterales, de cinco tramos, con cabecera absidial y torre campanario en el lado septentrional.

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Lo primero que llama poderosamente la atención de su exterior es el magnífico ábside de la cabecera, de grandes proporciones, ya que excede del ancho de la nave central. Sobre un zócalo de calicanto con algún sillar reaprovechado, se levanta la fábrica de ladrillo del tambor formado por doce paños. 

Sobre el zócalo se levantan dos series de arcos de medio punto doblados superpuestos con fondos de mampostería a espejo, encintada la inferior y enfoscada la superior. Encima una banda de parejas de recuadros, también enfoscados, seguida de un doble friso de esquinillas, para rematar en otra banda de recuadros, esta vez doblados y también enfoscados.

El tramo presbiterial se inicia también con doble serie de arcos de medio punto doblados y recuadrados, que por la mayor altura del zócalo llegan hasta la doble banda de recuadros del ábside. Continúa igual que éste con doble friso de esquinillas y banda de recuadros doblados. Huecos de arcos y recuadros también aquí llevan fondo de mampostería de espejo encintada la inferior, y enfoscados el resto.

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La portada de acceso al interior abre en la fachada meridional. De ladrillo, consta de cinco arquivoltas de medio punto, la interior de doble grosor que el resto, que apean en una imposta corrida en nacela sobre otros tantos fustes. Todo el conjunto va enmarcado por un alfiz con un frontón triangular superpuesto en época posterior.

La torre se levanta adosada al muro norte. De planta cuadrada está construida a base de mampostería, excepto los vanos de campanas y esquinales que lo son de ladrillo. En la parte alta abren en cada uno de sus lados tres vanos en arco de medio punto superpuestos. Actualmente solamente están abiertos los superiores para alojo de las campanas. El resto están cegados. La torre remata en terraza.

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En el Museo Arqueológico Nacional se expone un fondo de lucillo gótico del siglo XV procedente de esta iglesia de San Esteban de Cuéllar. Se trata de una tabla de madera con estructura de arco apuntado que, parece ser, se situaba a mano izquierda de la entrada a la iglesia. La representación de dos caballeros yacentes con su correspondiente inscripción identificativa indica que se trata del fondo de un lucillo sepulcral. La inscripción, en caracteres góticos, corre horizontalmente en el centro, a modo de línea de separación de las dos escenas representadas, la Misa de San Gregorio en la parte superior, y los dos caballeros en la inferior. Dice así “Aquí yazen los omrados de buena memoria juan velasques de cuellar caballero y juan v[elasque]s”.

Los dos caballeros de la parte inferior, de proporciones muy superiores al resto de los personajes y colocados en horizontal, van ataviados con armadura militar, siendo perfectamente visibles sus distintos elementos: peto, pancera, faldaje, platas, hombreras, guardabrazo, codal, quijote, rodillera, greba, escarpe y gocetes. Sostienen la espada, y del brazo izquierdo de Juan Velázquez cuelga el escudo de su linaje. El padre luce barba y cabellos cortos peinados a la moda del momento. Están tendidos sobre un gran túmulo cubierto con rica tela bordada con labores mudéjares y un largo cojín con triple borla en los extremos sobre el que reposan sus cabezas.

A los pies, los oficiantes entonan los cantos del Ordo sepulturae, como se advierte en las bocas abiertas de algunos de ellos, uno de los cuales está arrodillado. Visten hábito negro y llevan tonsurada la cabeza, como corresponde a los frailes dominicos. Uno de ellos porta la cruz procesional. Detrás de ellos se ve un personaje femenino con toca, alusivo a la esposa viuda del primero. En la cabecera vemos un personaje vestido con saya y manto que sostiene un libro entre sus manos.

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En la parte superior se representa la Misa de San Gregorio. El santo pontífice celebra la eucaristía sobre el altar, y al fondo aparece Cristo de medio cuerpo sobre el sepulcro acompañado de dos ángeles portando instrumentos de la pasión: uno los calvos, otro las tenazas, y al fondo, presididos por la cruz, el gallo y la escalera. Asisten un grupo de dominicos con hábito blanco y capa negra, a la izquierda, y un franciscano en solitario al otro lado. Ante el grupo hay un atril con un cantoral abierto.

Las dos escenas están rodeadas por una larga inscripción que sigue la estructura del arco apuntado del retablo. Escrita en latín en caracteres góticos, recoge los versículos del Salmo 50 “Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam; / Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam. / amplius lava me ab iniquitate mea, / et a peccato meo munda me. / Quoniam iniquitatem meam ego cognosco, Et peccatum meum contra me est Semper” (Tenme piedad, o Dios, por tu clemencia / por tu inmensa ternura borra mi iniquidad. / ¡Oh, lávame más y más mi pecado, y de mi falta purifícame! / Pues mi pecado yo lo reconozco, mi falta sin cesar está ante mí).

 

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