Lo que resta del antiguo Convento de la Trinidad lo encontramos al final de una calleja en el barrio del mismo nombre, en la parte baja de la villa. De propiedad privada, la iglesia se destina a vivienda particular.
En 1219 fray Tomás Wals, monje inglés, fundó el cenobio, que entonces quedaba situado a media legua al sur de la villa de Cuéllar, cerca del arroyo Cerquilla.
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Si nada queda del convento, de la iglesia únicamente se conservan los laterales del ábside, ya que la zona central queda oculta por un camarín construido en 1723 por don Salvador Velázquez. Como es habitual, sobre un zócalo enfoscado se levanta la obra de ladrillo con tres series de arquerías superpuestas a base de arcos de medio punto, doblados en las dos primeras y simples, más cortos y recuadrados, los de la superior. En los tramos del presbiterio se superponen parejas de arcos doblados recuadrados, muy alterados los recayentes a la calle por la apertura de puertas y ventanas. El interior ciego de los arcos del tercer piso del ábside se decora con una simulación de sillares y una roseta en el centro.
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