un recorrido por el arte mudéjar aragonés
webmaster: José Antonio Tolosa (Zaragoza -España-)

IGLESIA DE SAN GERVASIO Y SAN PROTASIO (SANTERVÁS DE CAMPOS)


Los ábsides laterales se construyeron, excepto el zócalo inferior, íntegramente en ladrillo. Hasta el momento, al igual que ocurre con otras iglesias del foco castellano-leonés y del aragonés, desconocemos a que fue debido este cambio de materiales. Hasta el momento la versión más aceptada es la de la falta de piedra sillar en estas zonas y de lo costoso de su traslado, por lo que se opta por el ladrillo, material más asequible y barato, lo que, a su vez, debió de traducirse en un cambio también de la mano de obra, pasando de los canteros cristianos a los alarifes mudéjares. Una peculiaridad de estos ábsides de la iglesia de Santesvás es el repertorio decorativo que presentan, tanto al exterior como al interior.

En el ábside del evangelio, a continuación del zócalo de sillarejo, se dispone una banda de arcos ciegos de medio punto doblados y encima un friso de esquinilla simple, para continuar, ya solamente en la parte semicircular, con dos bandas de ladrillo a sardinel muy separadas entre sí y de la inferior de esquinillas. Encima de éstas una nueva banda de arcos ciegos de medio punto doblados sobre los que corren tres frisos de esquinillas superpuestos, para rematar en volado alero de dos alturas de ladrillos en nacela.

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En el tramo recto, y encima de la primera banda de esquinillas los motivos del cilindro absidial se sustituyen por un paño de arcos de medio punto entrecruzados, formándose entre cada dos columnas contiguas arcos apuntados. Este motivo, corriente en el mudéjar aragonés, es sin embargo raro en el castellano-leonés, y solamente aparece en Tordesillas, Narros del Castillo (Ávila) y Villoria (Salamanca). Se completa esta zona recta con bandas de ladrillos a sardinel dispuestas a la misma altura que los frisos de esquinillas de la zona absidial, hasta llegar a la cornisa.

En el ábside de la epístola, a continuación del zócalo de sillarejo, podemos ver en primer lugar un friso de esquinillas, y encima una banda de rectángulos concavos ciegos en vertical con semicolumnas o fustes de ladrillo aplantillado en su interior, combinando de esta forma lo cóncavo con lo convexo. A continuación, y sobre una línea de ladrillos a sardinel una banda de arcos ciegos de medio punto, simples y más alargados que los del ábside contrario, para terminar en un nuevo friso de esquinillas y una banda a sardinal debajo de la doble cornisa de ladrillos en nacela.

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Resta de interés en el exterior la zona de cierre de los brazos del crucero, en ambos lados apuntalados por dos potentes contrafuertes. Entre ambos contrafuertes se distinguen tres niveles superpuestos que combinan arcos y recuadros.

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La zona inferior del lado norte lleva una banda de cuatro alargados rectángulos con arcos de medio punto ciegos en su interior. En el lado contrario, meridional, una portada en medio punto, actualmente cegada, ocupa el espacio uno de los arcos recuadrados y parte de otros dos laterales.

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El segundo nivel lo forman cinco arcos ciegos de gran altura, que en el lado meridional se completan, en la parte inferior, con una doble banda de esquinillas y dos rehundidos que se rellenan con esquinillas en vertical a su derecha.

Por último, en la parte superior una banda de cinco rectángulos que llegan hasta la cornisa. En el crucero se levanta una sencilla espadaña sobre los restos que se han querido relacionar con un cimborrio, actualmente desaparecido.

Nada de interés se observa en el cuerpo barroco de la iglesia, a cuyo interior se accede por portada abierta en el centro del hastial.

 

 
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