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IGLESIA DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA (UTEBO) |
El segundo piso se corresponde con el de campanas propiamente dicho. En cuatro de sus lados abren otros tantos vanos doblados en arco de medio punto que se alternan con otros cuatro ciegos en el resto de los paños. 1 En la parte alta del piso, una banda de rombos y otra de aplantillados abocelados al tresbolillo idéntica a la del piso bajo. En los paños de los vanos ciegos, dado su menor desarrollo en altura, se completa la decoración con sendas bandas de esquinillas al tresbolillo ribeteando horizontalmente los vanos. 3 Una galería corrida de arcos de medio punto, dos por lado, encierra al tercer piso que es de planta sensiblemente inferior a los otros. De esta forma se crea un estrecho paso alrededor de este cuerpo y de los contrafuertes que, a modo de arbotantes góticos, se apoyan en la masa del cuerpo, retirándose conforme ganan la altura.
En cada uno de los lados de este piso abre un vano en arco de medio punto, con una banda de aplantillado abocelado en la parte alta. Un volado alero sirve de soporte al chapitel octogonal en que se remata la torre. 7 Siguiendo a Gonzalo Borrás podemos decir que: “En resumen, lo que significa la torre de Utebo es el canto del cisne del arte mudéjar aragonés; su virtualidad para la función de torre queda consagrada y pervive todavía bastantes años durante el siglo XVI, siendo las torres el último reducto en que se refugia el arte mudéjar. Pero la validez de un vocabulario formal mudéjar entra en su esplendoroso ocaso frente al nuevo vocabulario moderno consagrado en la Lonja por el nuevo patriciado urbano, en el que se erradica la tradición ornamental islámica. Lo que podemos denominar la expulsión ornamental mudéjar precede en bastantes años a los decretos de expulsión de los moriscos de Felipe II en 1609 y 1610. Como siempre, el arte había preludiado la realidad social.”
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